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Wes Anderson se merecería por este film el diploma de boy scout de la cinematografía moderna. Lo que, probablemente, le agradaría más que si dijésemos que posee el espíritu de la nouvelle vague y la ironía y la extravagancia del cine indie americano (los hermanos Cohen, Sofia Coppola, etc.).
Etiquetas aparte, Moonrise Kingdom es la confirmación de un Anderson en plena forma. En este film recupera los 60 y retrata, con espíritu super-8 y fotografía depurada, la escapada de dos adolescentes inadaptados y soñadores.
Anderson avanza con gracia por los bosques de esa relación. Nos divierte con su colección de personajes rocambolescos, en medio de una aventura de cuidada estética sixtie. Pero, sobre todo, nos conmueve una y otra vez, con inolvidables escenas como ésta, que resume el film en su totalidad: Sam y Suzie, escondidos en su paraíso secreto, pinchan Le temps de l'amour de Françoise Hardy en un tocadiscos a pilas; mientras los adultos les buscan, perdidos en su mundo de límites...
El film es tan poético y fetichista que se podría hacer una tesis sobre el universo que despliega (alguno ya la estará escribiendo). Muy hipster, probablemente... pero este verano, es la coca cola del desierto cinematográfico. No te la pierdas. INPERDIBLE.
J
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