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Por Juan
Todo han sido gratas sorpresas en este film sobre el empresario y visionario Steve Jobs. Es un antibiopic, porque está contado en tres actos, como una obra de teatro con tres momentos clave de su vida: las presentaciones de sus tres ordenadores más emblemáticos. Tiene unos diálogos de Aaron Sorkin que los podía haber escrito el mismísimo Shakespeare y una puesta en escena realmente dramatúrgica, que Danny Boyle traduce a cine con su estilo inconfundible de cámaras imposibles y ángulos originales e impactantes. Y por si todo esto fuera poco, Michael Fassbender se baña en el personaje de este ser ególatra y maquiavélico, pero lleno de carisma; se recrea con cada línea de diálogo, en cada mirada y nos regala otra de sus brillantísimas interpretaciones.
La película avanza como una avalancha por las bambalinas del éxito, mostrando la lucha de Jobs contra todo aquel que no sea capaz de ver lo que él ve, o contra todo aquel que se interponga en su trayectoria fulgurante hacia la cumbre, incluida su hija.
Fassbender no se ha llevado el Globo de Oro, otorgado a Di Caprio, pero sí lo ha conseguido su partenaire Kate Winslet en uno de sus mejores papeles de su carrera, como asesora y ayudante de producción de Jobs. Quizá Fassbender consiga un Oscar por ésta o por Macbeth, aunque no le hace falta porque ya es uno los actores sagrados de este siglo. INPERDIBLE.
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