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Decepcionante quinta aventura de Piratas del Caribe, uno de los tesoros más rentables de la Disney. En esta, Jack Sparrow está en el momento más bajo de su periplo. La suerte le ha abandonado, y también la audacia. Johnny Deep también está abajo, muy abajo diría. Ha exprimido tanto su personaje que parece una caricatura de sí mismo, un bufón borracho y exento de toda intrepidez.
La venganza de Salazar podría ser una secuela bisagra que renueva algunos personajes y elimina otros, con la intención de recuperar a Turner y Swan en el futuro. O eso queremos pensar. Porque los nuevos héroes resultan fallidos. La científica perseguida por bruja Carina Smyth (Kaya Scodelario) no tiene ni de lejos la fuerza de Keira Knightley. Por otra parte, el retoño de Turner, al que da vida Brenton Thwaites no llega a la categoría de grumete. Y hasta el malvado Capitán Salazar acaba siendo el espectro de un Javier Bardem totalmente desfigurado por los efectos digitales.
En ese mismo exceso digital, resulta innecesario (y extraño) el rejuvenecimiento de Johnny Deep, que arruina un flashback interesante donde nos enteramos de la historia de Salazar y de parte de la de Sparrow... Los jóvenes Carina y Henry ni siquiera necesitan que nada arruine su romance, carece de rumbo o de erotismo alguno.
Por desgracia, la cosa no mejora al final. Los directores mezclan referencias bíblicas con dioses griegos con un desparpajo que da miedo.
Solo salvaría dos cosas de La venganza de Salazar: la divertida secuencia de la guillotina; y la presentación del camarote y del personaje del Capitán Barbossa, que ahora nada en una opulencia mal entendida (estupendo Geoffrey Rush), y que, durante un rato, es el único superviviente del naufragio total de la saga.
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