Por Juan Egia
Cualquier cosa que diga sobre Lucky creo que se quedará corta. Una película que impacta por su desnudez, sin artificios. Con un tono de comedia existencialista muy indie, pero nada impostado. Y la cámara de John Carroll Lynch es inteligente y de una fuerza indiscutible, aunque parezca casual y aunque sea su opera prima. No me quito de la cabeza el plano en que Lucky está tumbado en su cama, como un niño desamparado, y la luz de la luna refleja en su rostro las sombras de los grillos en la ventana.
Por encima de todo esto, Harry Dean Stanton con sus 91 años, pasea en el tramo final de su vida (la de su personaje Lucky, y la suya propia, porque murió a los meses de terminar el rodaje) con andares de "cowboy de 91 años" que hace 5 ejercicios de yoga todas las mañanas. Esa rutina mecánica mantiene la suerte de Lucky, pero no impedirá que el miedo asome la patita, y la soledad se vuelva a veces un poco sobrecogedora.
Hay varias escenas magistrales, como la de la conversación con el marine (Tom Skerritt) en la barra de la cafetería. Por cierto, que el actor Dean Stanton también trabajó como cocinero en un barco tipo LST (transporte de tanques) durante la batalla de Okinawa en la Segunda Guerra Mundial.
Y hay otras escenas sublimes, como la de la fiesta mariachi. Además de mostrar la faceta musical del actor de Paris Texas, esta escena es como un precioso canto de agradecimiento, y también de despedida llena de nostalgia, ante la cual es muy difícil mantener el tipo. Volver, volver, volver.
Lucky conmueve y es una manera de ver la vida, más que una película sobre la muerte o la vejez. Habla más de la existencia como algo valioso hasta su justa medida. Porque como dice Lucky, en uno de los muchos diálogos memorables de un guión maestro, nada permanece y todos vamos a desaparecer. Y a pesar de todo, es posible sonreír. Y Lucky sonríe al final, ante la majestuosidad de un cactus en el desierto.
Film tributo a uno de los más grandes secundarios del cine, el actor Harry Dean Stanton, donde actor y personaje se confunden. Stanton no podía firmar una mejor despedida a su larga carrera cinematográfica. Y su director, el actor John Carroll Lynch, no podía rubricar una mejor entrada al mundo de la dirección. INPERDIBLE.
Por encima de todo esto, Harry Dean Stanton con sus 91 años, pasea en el tramo final de su vida (la de su personaje Lucky, y la suya propia, porque murió a los meses de terminar el rodaje) con andares de "cowboy de 91 años" que hace 5 ejercicios de yoga todas las mañanas. Esa rutina mecánica mantiene la suerte de Lucky, pero no impedirá que el miedo asome la patita, y la soledad se vuelva a veces un poco sobrecogedora.
Hay varias escenas magistrales, como la de la conversación con el marine (Tom Skerritt) en la barra de la cafetería. Por cierto, que el actor Dean Stanton también trabajó como cocinero en un barco tipo LST (transporte de tanques) durante la batalla de Okinawa en la Segunda Guerra Mundial.
Y hay otras escenas sublimes, como la de la fiesta mariachi. Además de mostrar la faceta musical del actor de Paris Texas, esta escena es como un precioso canto de agradecimiento, y también de despedida llena de nostalgia, ante la cual es muy difícil mantener el tipo. Volver, volver, volver.
Lucky conmueve y es una manera de ver la vida, más que una película sobre la muerte o la vejez. Habla más de la existencia como algo valioso hasta su justa medida. Porque como dice Lucky, en uno de los muchos diálogos memorables de un guión maestro, nada permanece y todos vamos a desaparecer. Y a pesar de todo, es posible sonreír. Y Lucky sonríe al final, ante la majestuosidad de un cactus en el desierto.
Film tributo a uno de los más grandes secundarios del cine, el actor Harry Dean Stanton, donde actor y personaje se confunden. Stanton no podía firmar una mejor despedida a su larga carrera cinematográfica. Y su director, el actor John Carroll Lynch, no podía rubricar una mejor entrada al mundo de la dirección. INPERDIBLE.
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