Dir: Peter Strickland | Inter: Marianne Jean-Baptiste, Hayley Squires, Leo Bill, Gwendoline Christie, Sidse Babett Knudsen | Reino Unido 2018 | 118 min | *
Por Juan
En un Festival como el de San Sebastián tienen que entrar propuestas arriesgadas. Eso vaya por delante. Para los que vais a ver mañana In Fabric, porque la tenéis marcada o porque tenéis expectativas sobre la obra de Peter Strickland, quizá os interese leer este post.
Peter Strickland es un fan del cine de terror de los 70. Me atrevería a decir que es un fetichista, no solo de la obra de otros cineastas a los que homenajea o copia (Jesús Franco, Dario Argento, Fassbinder), sino que lo es en el amplio sentido del término. En esta película, que sin duda hubiera tenido un mejor encaje en Zabaltegi (no sé para qué existe esta sección si no...), está muy presente su querencia por las telas, los maquillajes, las pelucas, toda la estética del cine pop de los 70's, los sonidos psicodélicos, los chorretones de sangre y las uñas pintadas, los maniquíes violados, y un sinfín de efectos de sonido del cine de terror también de los 70's.
Hay quienes ven en él a un esteta, a un artista, a un autor de culto. Porque mezcla géneros y hace un uso muy libre de los recursos cinematográficos y sonoros. Pero como esto de las percepciones es algo muy subjetivo, si le despojas de su aura mediática y sus premios, Strickland es más bien un refrito de todas esas cosas que le ponen a él, relacionadas con el cine de terror y de serie B de una época que ya pasó, pero cocinadas con una cámara actual y a veces interesante y sugerente. Aunque el resultado sigue siendo un refrito, pero un refrito que gusta a los críticos. Es como un bocata de calamares pero con pan de cristal y mayonesa de lima.
A mí, los bocatas de calamares, para un mordisquito están bien, pero luego depende de la calidad del calamar, porque si están gomosos como chicle o están grasientos, no hay quien se los coma. Esta peli es así. Un refrito de secuencias de terror serie B, pero con momentos de aparente experimentación audiovisual. No digo que esté mal, digo que es aburrido y un suplicio durante 2 horas. Tal vez si fuese un corto de 20 minutos hasta sería gracioso. Pero es que su vestido asesino hace gracia unos segundos y luego no da más de sí. Lo mismo les pasa a las dependientas góticas y maléficas de la tienda de rebajas. Hay un momento en que quieres que empiecen a cantar o algo, porque son simple y llanamente un puto coñazo. El problema de hacer gracia a unos pocos es que te creas gracioso. Puede que si vas con unas cervezas y con tus amigotes y te pones a gritar en medio de cada parida de la peli, te lo pases bien, pero ese es otro festival.
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