Dir: Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga | Int: Antonio de la Torre, Belén Cuesta, Vicente Vergara | España, Francia | 147 min.
*****
Por Juan
Los directores de Loreak (Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, 2014) y Handia (Aitor Arregi y Jon Garaño, 2017), siguiendo su buena trayectoria cinematográfica, presentaron ayer en la Sección Oficial del Zinemaldi La trinchera infinita, una historia poderosa sobre los topos de la guerra civil española, con un guión muy bien cosido y una realización cuidadísima.
Hay un enorme desafío técnico-artístico de realización que la propia historia exige (el encierro entre 4 paredes durante 36 años), y del que salen airosos. Además, cuentan con un reparto que se deja la piel para contar este drama. Tanto Antonio de la Torre como Belén Cuesta hacen un trabajo interpretativo mayúsculo... y la coproducción también consigue que todo se ensamble en una película con cuerpo, que te deja tocado y pensando...
Hay un enorme desafío técnico-artístico de realización que la propia historia exige (el encierro entre 4 paredes durante 36 años), y del que salen airosos. Además, cuentan con un reparto que se deja la piel para contar este drama. Tanto Antonio de la Torre como Belén Cuesta hacen un trabajo interpretativo mayúsculo... y la coproducción también consigue que todo se ensamble en una película con cuerpo, que te deja tocado y pensando...
El miedo es el tema principal del film, como confirmaba en la rueda de prensa uno de sus directores, Jon Garaño, junto a sus compañeros Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga. El miedo ante la amenaza de muerte llevó a muchos proscritos de la guerra civil española a emparedarse en casa hasta la amnistía de 1969. Ese escondite, que acaba siendo una muerte en vida, es una tesis que está llevada con una coherencia narrativa ejemplar. ¿De qué te sirve salvar la vida si tienes que vivir literalmente dentro de un armario?
De eso habla La trinchera infinita, de nuestros miedos infinitos y de los odios enquistados, que refleja tan bien el personaje del vecino vengativo, encarnado por el actor Vicente Vergara... y cuya escena climática es digna del mejor thriller. Y es que para que haya un perseguido tiene que haber irremediablemente un perseguidor. Ambos atados por la misma cadena.
Por otro lado, la angustiosa situación de Higinio (Antonio de la Torre), que no sabe lo que pasa afuera, que no ve, sepultado en su escondrijo, obliga a su mujer y familia a vivir también otro encierro, de un perímetro mayor, pero condenatorio igualmente.
Por otro lado, la angustiosa situación de Higinio (Antonio de la Torre), que no sabe lo que pasa afuera, que no ve, sepultado en su escondrijo, obliga a su mujer y familia a vivir también otro encierro, de un perímetro mayor, pero condenatorio igualmente.
A Jose Mari Goenaga, encargado del guión, le inspiró el documental sobre los topos 30 años de oscuridad (Manuel H. Martín, 2011). Y esta historia tan surrealista resultaría difícil de creer si no supiéramos que sucedió así. ¿Cómo alguien puede permanecer encerrado en su propia casa durante 36 años? En el fondo es tan increíble como la idea de que la dictadura de Franco duró todos esos años mientras Europa avanzaba hacia la democracia.
Sin embargo, nos lo creemos, no solo porque esté basado en hechos reales, sino porque es fácil empatizar con el miedo del protagonista y de su mujer. Es fácil porque lo que sí nos resulta tremendamente familiar es ese miedo a salir de la mal bautizada zona de confort, en este caso, cuatro paredes convertidas en la madriguera de Higinio.
No quiero olvidar mencionar la escena de los amantes que se refugian en la casa cuando supuestamente está vacía y sin moradores. No puede estar mejor introducida y aprovechada, no solo dramáticamente, como giro dentro del guión, sino también porque, como decía, potencia la idea central de la película. Chapeau.
Recuperando la frase del actor fallecido hace dos meses, Rutger Hauer, en su película más notoria Blade Runner, y en una de las escenas más famosas de la historia del cine: "Vivir con miedo... eso es lo que significa ser esclavo".
De La Trinchera Infinita me quedo con la que dice Higinio después de su largo encierro, cuando se vislumbra la posibilidad de salir, sin miedo a represalias: "Aquí no se está tan mal..."
Le deseamos larga vida a La trinchera infinita. INPERDIBLE.
Sin embargo, nos lo creemos, no solo porque esté basado en hechos reales, sino porque es fácil empatizar con el miedo del protagonista y de su mujer. Es fácil porque lo que sí nos resulta tremendamente familiar es ese miedo a salir de la mal bautizada zona de confort, en este caso, cuatro paredes convertidas en la madriguera de Higinio.
No quiero olvidar mencionar la escena de los amantes que se refugian en la casa cuando supuestamente está vacía y sin moradores. No puede estar mejor introducida y aprovechada, no solo dramáticamente, como giro dentro del guión, sino también porque, como decía, potencia la idea central de la película. Chapeau.
Recuperando la frase del actor fallecido hace dos meses, Rutger Hauer, en su película más notoria Blade Runner, y en una de las escenas más famosas de la historia del cine: "Vivir con miedo... eso es lo que significa ser esclavo".
De La Trinchera Infinita me quedo con la que dice Higinio después de su largo encierro, cuando se vislumbra la posibilidad de salir, sin miedo a represalias: "Aquí no se está tan mal..."
Le deseamos larga vida a La trinchera infinita. INPERDIBLE.
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