Por Juan
Lo que más se agradece de la película de Kelly Reichardt es que se acerca al universo del western y la conquista del oeste, desnuda y libre de todos los tópicos del género. Y además, tampoco ha adoptado tics y vicios del cine independiente, porque su narrativa sorprende por su honestidad y luminosidad.
First Cow, basada en la novela del mismo título de Jonathan Raymond, que también firma el guión, no necesita enfatizar la violencia o el drama, porque el propio deambular y condiciones de la vida en la frontera de Oregón en 1820, ya es suficientemente dura y genera un suspense constante en la trama. Tensión que se percibe en escenas como la de "Cookie" cuando consigue comprar unas botas, las suyas estaban agujereadas, y acaba ensuciándoselas para no llamar demasiado la atención. Ése es el nivel de amenaza en el que viven los dos protagonistas: el cocinero Otis Figowitz "Cookie" (John Magaro) y el chino King Lu (Orion Lee), en busca de esa tierra de las oportunidades, donde el chino no teme asumir riesgos, lo que le ha llevado a tener que salir corriendo para salvar el pellejo, en más de una ocasión.
La manera en que estos dos huérfanos se encuentran y empiezan a relacionarse, convivir y compartir sus sueños, consiguiendo hacer un tándem perfecto, donde uno es el hombre de negocios, y el otro el talento creativo, es preciosa por su minimalismo y vulnerabilidad. Su amistad les dará fuerzas para emprender un plan que les lleve a cumplir su sueño, pero necesitan leche para cocinar los deliciosos buñuelos de "Cookie", y solo hay una vaca en el territorio, propiedad del patrón del fuerte.
Es una joya sin artificios, sin efectos, de una humanidad que traspasa. Y parece que está haciendo buenas cifras en taquilla. El cine independiente tiene futuro con piezas como ésta y directoras como Kelly Reichardt. Absolutamente INPERDIBLE.
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