Dir: Michael Tyburski |
Int: Bel Powley, Nick Robinson |
EEUU 2024 | 99 min | ****
PREMIO DAMA DE LA JUVENTUD
por Juan
Turn Me On es la película que ha ganado el Premio Dama de la Juventud en el 72 Zinemaldia y que hemos tenido la suerte de ver (esta sección es una lotería, la verdad...). El segundo largo de Michael Tyburski parte de una premisa distópica que ya hemos visto en otras cuantas cintas: los humanos son desprovistos de sus emociones (en este caso mediante una píldora diaria), sometidos a un sistema o régimen que así los controla mejor, para unos intereses casi siempre muy oscuros. Hay ejemplos muy notorios con argumentos similares, como Matrix (Hermanas Wachowski, EEUU 1999), Farenheit 451 (François Truffaut, UK 1966), 1984 (Michael Radford, UK 1984), y otros aciertos menos conocidos como Never Let Me Go (Mark Romanek, UK 2010) y Equilibrium (Kurt Wimmer, EEUU 202), ésta última tiene el mismito argumento que Turn Me On (es algo más que una referencia o inspiración).
No obstante, al público joven del Festival les ha llegado la propuesta de Michael Tyburski, que no deja de ser una pieza un poco claustrofóbica (rodada toda en interiores, salvo el plano final), con una fuerza simbólica que te deja pensando... Una alegoría muy pertinente de lo neutralizados que estamos mirando las pantallas (geniales los vídeos-bucle que observan los jóvenes mientras desayunan).
Cuando la protagonista (Bel Powley sostiene el film con su mirada hierática) no se toma la píldora por un día, y luego otro, y luego otro... descubre el poder de las emociones y todo lo que se estaba perdiendo. E incita a otros a hacerlo. Y entonces entran en juego la alegría, el deseo, la esperanza, pero también el enfado, los celos y la envidia. Y un dilema fascinante se presenta ante los personajes: ¿seguir sintiendo o vivir bajo los efectos de la anestesia? Se deja ver muy muy bien.
Cuando la protagonista (Bel Powley sostiene el film con su mirada hierática) no se toma la píldora por un día, y luego otro, y luego otro... descubre el poder de las emociones y todo lo que se estaba perdiendo. E incita a otros a hacerlo. Y entonces entran en juego la alegría, el deseo, la esperanza, pero también el enfado, los celos y la envidia. Y un dilema fascinante se presenta ante los personajes: ¿seguir sintiendo o vivir bajo los efectos de la anestesia? Se deja ver muy muy bien.
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